La Revolución Francesa: cómo la comida provocó un levantamiento nacional
Pan y sal: elementos esenciales de la cocina francesa y la Revolución
El pan y la sal, dos pilares culinarios de la cocina francesa, desempeñaron un papel crucial en el estallido de la Revolución Francesa. El pan, en particular, estaba profundamente ligado a la identidad nacional francesa. El gobierno reconoció su importancia como «servicio público necesario para evitar disturbios populares». Los panaderos eran considerados funcionarios públicos, y la policía regulaba estrictamente la producción de pan.
Sin embargo, una serie de malas cosechas en 1788 y 1789 provocó que los precios del pan se dispararan, consumiendo el 88% del salario diario de un trabajador promedio. Estas dificultades económicas, junto con la injusta tributación de la sal para los pobres, alimentaron el resentimiento hacia la clase dominante.
La toma de la Bastilla y el nacimiento de la República
La creciente ira y frustración culminaron en la toma de la Bastilla, una fortaleza y prisión medieval en París, el 14 de julio de 1789. Este acontecimiento marcó el inicio de la Revolución Francesa y el posterior derrocamiento de la monarquía.
La influencia de la Revolución en la cultura gastronómica francesa
La Revolución Francesa tuvo un profundo impacto en el desarrollo de la cultura gastronómica francesa. La abolición del sistema gremial que controlaba la industria alimentaria facilitó la apertura de restaurantes. Además, el éxodo de aristócratas y sus antiguos cocineros y sirvientes creó una reserva de trabajadores cualificados que buscaban un nuevo empleo.
París se convirtió en el epicentro de la floreciente escena de los restaurantes. En 1765, un vendedor de caldo llamado Boulanger abrió el primer establecimiento que se asemejaba a un restaurante moderno. Sin embargo, fue la Grande Taverne de Londres de Beauvilliers, fundada en 1782, la que introdujo el concepto de menú y mesas individuales.
María Antonieta y el infame «Que coman pasteles»
La infame cita «Que coman pasteles» se atribuye a menudo a María Antonieta, reina de Francia durante la revolución. Aunque la exactitud histórica de esta afirmación es debatida, refleja la percepción generalizada de la indiferencia de la monarquía ante la difícil situación de los pobres.
El legado de la Revolución Francesa
La Revolución Francesa fue un acontecimiento complejo con numerosas causas. Sin embargo, no puede subestimarse el papel de la comida, especialmente el pan y la sal, en el desencadenamiento del malestar popular. La revolución no sólo condujo a una agitación política, sino que también sentó las bases para el florecimiento de la cocina francesa y la moderna industria de la restauración.