Descubrimiento de una catedral monumental en la Nubia medieval
La ciudad perdida de Vieja Dongola
Enclavado en el corazón del norte de Sudán, entre los restos del antiguo reino nubio de Makuria, los arqueólogos han desenterrado las ruinas de una catedral colosal que una vez se erigió como testimonio de la rica herencia cristiana de la región. Este extraordinario descubrimiento, realizado por un equipo del Centro Polaco de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia, arroja nueva luz sobre la historia olvidada de este enigmático reino.
Una majestuosa sede del poder cristiano
Se cree que la catedral, ubicada dentro de la ciudadela subterránea de la capital de Makuria, Vieja Dongola, fue la iglesia más grande jamás encontrada en Nubia. Su imponente estructura, que abarca 26 metros de ancho y se eleva a la altura de un edificio de tres pisos, habla de la grandeza y la influencia del cristianismo en Makuria.
El ábside de la catedral, la parte más sagrada del edificio, estaba adornado con frescos vibrantes que se cree que representan a los Doce Apóstoles. Estas exquisitas pinturas, que datan del siglo X o principios del XI, ofrecen una visión del fervor religioso y la destreza artística del pueblo nubio.
Un paralelo con Faras
Justo al este del ábside de la catedral, los arqueólogos descubrieron la cúpula de una gran tumba. Curiosamente, el diseño de este complejo refleja el de la Catedral de Faras, otra ciudad nubia destacada ubicada cerca de la frontera moderna entre Sudán y Egipto. Sin embargo, la cúpula del complejo recién descubierto es significativamente más grande, con un diámetro de 7 metros en comparación con los escasos 1,5 metros de Faras.
La tumba de un arzobispo
Basándose en el descubrimiento de una tumba similar en Faras que perteneció a Juan, obispo de Faras, los arqueólogos especulan que la tumba de Vieja Dongola pudo haber sido el lugar de descanso de un arzobispo. Esto subrayaría aún más la importancia y la grandeza de la catedral y su papel como centro de autoridad religiosa en Makuria.
El Reino de Makuria
Makuria fue una potencia formidable en la región desde los siglos VI al XIV d. C. Su capital, Vieja Dongola, estratégicamente situada en el río Nilo, floreció como un importante centro urbano. Los habitantes de la ciudad utilizaron ingeniosamente norias para regar la tierra para la agricultura, sustentando a una población próspera.
La ubicación estratégica de Makuria facilitó las relaciones diplomáticas con las potencias vecinas, entre ellas el Egipto musulmán, Bizancio y el Sacro Imperio Romano Germánico. A pesar de su proximidad a los territorios musulmanes, Makuria mantuvo una coexistencia pacífica con sus vecinos, otorgando protección a los musulmanes de paso y permitiéndoles rezar en una mezquita dentro de Vieja Dongola.
Un legado olvidado
Como un reino de cuento de hadas perdido en el tiempo, la gloria de Makuria se ha desvanecido en la oscuridad. Sin embargo, las ruinas de Vieja Dongola, incluida la catedral recién descubierta, ofrecen tentadoras visiones de su grandeza olvidada. En su apogeo, Makuria rivalizó en tamaño con España y Francia juntas, y Vieja Dongola alcanzó una población comparable a la del París moderno.
La Sala del Trono y otros tesoros
Vieja Dongola cuenta con una gran cantidad de otros tesoros arqueológicos. La Sala del Trono, un edificio real posteriormente convertido en mezquita, es testimonio de la destreza arquitectónica de la ciudad. Las excavaciones también han sacado a la luz elaboradas villas pertenecientes a funcionarios estatales y eclesiásticos, lo que sugiere la sofisticación y la prosperidad de la ciudad.
La ciudad estaba adornada con docenas de iglesias, cuyos interiores estaban adornados con intrincados frescos. Muchos de estos frescos se han conservado cuidadosamente y ahora se exhiben en el Museo Nacional de Jartum. Vieja Dongola también es famosa por sus singulares tumbas islámicas en forma de colmena, construidas después de que los mamelucos de Egipto conquistaran la zona a principios del siglo XIV.
Conservación y restauración
Los investigadores están trabajando diligentemente con un equipo de conservación y restauración de arte para salvaguardar las valiosas pinturas de la catedral. El yeso de la pared debilitada se está reforzando y las capas de suciedad y depósitos de sal se eliminan meticulosamente para evitar daños mayores. Una vez que se erija un techo protector, podrá comenzar la etapa final de conservación, asegurando la preservación de estos invaluables tesoros artísticos para las generaciones venideras.