Humanos y guerra: desmontando el mito del salvaje pacífico
La evidencia arqueológica hace añicos la ilusión
A lo largo de la historia, la guerra ha sido un compañero constante de la humanidad. Contrariamente al mito del salvaje pacífico y noble, la evidencia arqueológica revela una realidad generalizada y mortal de la guerra en el pasado. Desde los bajorrelieves de guerreros asirios hasta las estelas que representan a faraones egipcios venciendo a sus enemigos, los artefactos antiguos pintan una imagen cruda del conflicto.
Incluso entre las sociedades «pacíficas» como los nativos americanos, aborígenes, esquimales y bosquimanos, los datos arqueológicos, antropológicos y ecológicos sugieren que la guerra fue frecuente y letal. Steven A. LeBlanc, un arqueólogo de Harvard, sostiene que los humanos y la guerra siempre han ido de la mano.
Desequilibrio ecológico: un motor primario de conflicto
LeBlanc identifica el desequilibrio ecológico como una causa principal de guerra. Cuando la población sobrepasa el suministro de alimentos o la tierra se degrada, los humanos compiten por recursos finitos, lo que lleva a puntos álgidos de conflicto. Oriente Medio y los Balcanes, por ejemplo, tienen una larga historia de estrés y degradación ecológica, lo que contribuye a sus conflictos en curso.
La guerra en nuestros ancestros primates
El impulso de hacer la guerra se remonta a nuestra historia evolutiva. Nuestros parientes simios más cercanos, como los chimpancés, participan en feroces actos de guerra, reflejando los conflictos humanos. A medida que los humanos evolucionaron, la violencia se convirtió en la norma, un marcado contraste con la noción romántica del noble salvaje popularizada por Rousseau y sus seguidores.
Los restos óseos cuentan una historia sombría
Los restos óseos de todo el mundo proporcionan pruebas irrefutables de una violencia horrible. Los lugares de enterramiento de antiguos aborígenes, cazadores-recolectores sin asentamientos permanentes, revelan signos de muertes violentas, masacres y armas especializadas diseñadas para la guerra. Esta cruda evidencia desafía el mito del primitivo pacífico.
Agricultura: un catalizador para una mayor guerra
La transición de la recolección a la agricultura alrededor del 10.000 a. C. trajo consigo importantes tensiones ambientales. El crecimiento de la población llevó a una mayor explotación de los recursos naturales, haciendo que la guerra fuera más común y mortal que en la era de la recolección.
Modales estadounidenses: arraigados en el igualitarismo
Judith Martin, también conocida como Miss Manners, explora la etiqueta única de la sociedad estadounidense en su libro «Star-Spangled Manners». Ella atribuye los modales estadounidenses a una creencia fundamental en la igualdad que se originó con los fundadores de la nación. Este espíritu igualitario se manifiesta en un comportamiento refrescantemente directo y realista.
Optimismo y ética de trabajo estadounidenses
Martin identifica el optimismo y una fuerte ética de trabajo como rasgos definitorios del carácter estadounidense. Los estadounidenses creen en la posibilidad de éxito, incluso frente a contratiempos. Valoran el trabajo duro y ven el ocio como algo que hay que ganarse más que como un derecho.
La incómoda relación estadounidense con los sirvientes
Martin también examina la incómoda relación estadounidense con los sirvientes. Los estadounidenses se debaten entre el deseo de comodidad y la incomodidad con la idea de que alguien les sirva. Esta tensión refleja una incomodidad estadounidense más amplia con la jerarquía social.