Museo de las Emociones: ¿truco corporativo o arte legítimo?
Patrocinio corporativo y el panorama de los museos
El patrocinio corporativo ha formado parte del sistema museístico estadounidense durante mucho tiempo. Museos como el Museo Metropolitano de Arte y el Museo Nacional de Historia Estadounidense del Smithsonian han recibido millones en donaciones de corporaciones como los hermanos Koch y SC Johnson.
Si bien el patrocinio corporativo puede proporcionar valiosos fondos para los museos, también plantea dudas sobre la legitimidad de los museos que están fuertemente influenciados por los intereses corporativos.
Museo de las Emociones: un estudio de caso
El Museo de las Emociones, un museo emergente en la ciudad de Nueva York, es un excelente ejemplo de un museo que ha sido acusado de ser más un truco de marketing que una institución cultural legítima.
El museo, patrocinado por la empresa de ambientadores Glade, cuenta con cinco salas, cada una dedicada a una emoción diferente y perfumada con una fragancia Glade correspondiente. Los visitantes pasan de una sala a otra, experimentando un viaje multisensorial diseñado para evocar ciertas emociones.
Entretenimiento vs. Educación
Los críticos del Museo de las Emociones argumentan que carece del valor educativo que normalmente se asocia con los museos. Señalan que el museo no ofrece ninguna información sobre la ciencia de la emoción o la historia de los museos. En cambio, simplemente brinda a los visitantes una experiencia sensorial diseñada para entretener más que educar.
El papel de la pedagogía
David Ward, historiador sénior de la National Portrait Gallery en Washington, D.C., sostiene que la falta de lógica pedagógica es lo que diferencia al Museo de las Emociones de otros museos.
«Esto es más como una sala de masajes que un museo», dice Ward. «Un museo debería ser un lugar donde aprendamos sobre el mundo que nos rodea, no solo un lugar al que vamos para entretenernos».
El futuro de la curaduría de museos
El Museo de las Emociones es parte de una tendencia más amplia en la cultura estadounidense hacia el crowdsourcing del arte y la cultura. Esta tendencia está impulsada por la creencia de que las masas están mejor equipadas que los académicos y los eruditos para determinar qué es valioso y significativo.
Sin embargo, Ward advierte que esta tendencia podría conducir a una disminución en la calidad de los museos. «En lugar de racionalidad y pedagogía, estamos obteniendo algo más parecido a un carnaval», dice.
La importancia de la importancia social
Para ser considerado un museo legítimo, Ward sostiene que una institución debe tener una importancia social demostrable. Debe ofrecer algo más que entretenimiento. Debe contribuir a nuestra comprensión del mundo que nos rodea y ayudarnos a convertirnos en mejores ciudadanos.
El Museo de las Emociones, en opinión de Ward, no cumple con este criterio. Es simplemente un truco de marketing inteligente diseñado para vender ambientadores.
La ciencia del olfato y la emoción
El Museo de las Emociones se basa en la idea de que el olfato está estrechamente ligado a la emoción. Si bien hay algo de verdad en esta afirmación, la relación entre el olfato y la emoción no es tan simple como la presenta el museo.
Amanda White, doctora en neurociencia de la Universidad de Michigan, explica que las regiones del cerebro que procesan el olfato, la emoción y la memoria están estrechamente conectadas, pero no es una relación uno a uno.
«La memoria es realmente la función que une a las dos», dice. «Alguien puede tener una emoción extremadamente negativa ligada a un aroma debido a los recuerdos que evoca».
Conclusión
Si el Museo de las Emociones es o no un museo legítimo es una cuestión de debate. Algunos críticos argumentan que es simplemente un truco de marketing que carece de valor educativo. Otros argumentan que es una forma nueva e innovadora de experimentar el arte y la emoción.
En última instancia, corresponde a cada individuo decidir si el Museo de las Emociones vale su tiempo y dinero.