Cómo cultivar y cuidar la lavanda: una guía completa
Plantación:
Para establecer un próspero jardín de lavanda, selecciona un lugar soleado con suelo bien drenado. La lavanda prospera en suelos ligeramente alcalinos o calcáreos. Cava un hoyo del doble del ancho del cepellón y modifica el suelo con composta o estiércol. Planta la lavanda a la misma profundidad a la que estaba creciendo en su contenedor.
Cuidados:
Riego:
La lavanda es una planta tolerante a la sequía. Riega profundamente y con poca frecuencia, dejando que el suelo se seque por completo antes de volver a regar. El riego excesivo puede provocar la pudrición de la raíz.
Fertilización:
La lavanda no requiere una fertilización abundante. Fertiliza tus plantas con un fertilizante balanceado una vez al año, a principios de la primavera.
Poda:
La poda regular fomenta un crecimiento más tupido y evita que la planta se vuelva larguirucha. Poda a principios de la primavera, antes de que comience el nuevo crecimiento. Corta los tallos aproximadamente un tercio de su longitud.
Cosecha:
Las flores de lavanda están listas para cosechar cuando los capullos recién comienzan a abrirse. Corta los tallos en la base de la planta y cuélgalos boca abajo en un lugar cálido y seco para que se sequen. Una vez que las flores estén completamente secas, se pueden almacenar en un recipiente hermético.
Usos y beneficios:
La lavanda es una planta versátil con una amplia gama de usos. Sus fragantes flores y hojas se pueden utilizar para:
- Crear bolsitas y popurrí
- Elaborar aceites esenciales y perfumes
- Dar sabor a platos culinarios y bebidas
- Calmar y relajar el cuerpo y la mente
Propagación:
La lavanda se puede propagar mediante esquejes o dividiendo plantas establecidas.
- Esquejes: Toma esquejes de tallos de madera blanda o dura en primavera u otoño. Sumerge el extremo cortado en hormona de enraizamiento y plántalo en una mezcla para macetas bien drenada. Mantén los esquejes húmedos y calientes hasta que desarrollen raíces.
- División: Divide las plantas de lavanda establecidas a principios de primavera u otoño. Desentierra la planta y separa cuidadosamente las raíces en secciones más pequeñas. Replanta las divisiones en suelo bien preparado.
Cultivo en macetas:
La lavanda se puede cultivar en macetas, lo que la convierte en una opción adecuada para patios y balcones. Elige una maceta con orificios de drenaje y utiliza una mezcla para macetas bien drenada. Riega la lavanda regularmente, especialmente durante el clima cálido y seco.
Plagas y enfermedades:
La lavanda es relativamente resistente a plagas y enfermedades. Sin embargo, puede verse afectada por:
- Pulgones: Trata los pulgones con jabón insecticida o aceite de neem.
- Arañas rojas: Controla las arañas rojas con jabón insecticida o aceite hortícola.
- Pudrición de la raíz: Causada por el riego excesivo, la pudrición de la raíz se puede prevenir proporcionando un suelo bien drenado y regando adecuadamente.
Solución de problemas comunes:
- Hojas amarillentas: El riego excesivo o la deficiencia de nutrientes pueden causar hojas amarillentas. Ajusta tu programa de riego o fertiliza la planta.
- Hojas caídas: El riego insuficiente puede causar hojas caídas. Riega profundamente la planta.
- Falta de floración: La luz solar insuficiente o el suelo demasiado fértil pueden impedir que la lavanda florezca. Asegúrate de que tus plantas reciban al menos seis horas de luz solar al día y modifica el suelo con arena o grava para mejorar el drenaje.
Consejos adicionales para cultivar lavanda:
- Planta lavanda en compañía de otras hierbas y flores, como rosas, col o salvia rusa.
- Corta las flores marchitas para estimular el nuevo crecimiento y prevenir la auto-siembra.
- Protege las plantas de lavanda de los fuertes vientos invernales plantándolas cerca de una pared o cerca.
- Aplica mantillo alrededor de las plantas de lavanda para retener la humedad y suprimir las malas hierbas.